Adán Chávez La Rebelión Necesaria

Sentir Bolivariano del Profesor Adán Chávez: “La Rebelión Necesaria”

La Rebelión Necesaria

I

Iniciamos en este mes de julio, en tiempos que nos convocan a seguir reafirmando nuestros valores Patrios, y a recordar que la lucha por el sueño bolivariano de la integración y la independencia, está más vigente que nunca; un nuevo seriado, en el que abordaremos los acontecimientos que, como parte de nuestra historia contemporánea, tuvieron lugar durante el período comprendido entre el 4 de febrero de 1992 y el 11 de abril de 2002; abordaje a partir del cual continuar reconstruyendo el proceso de consolidación de lo que, sin duda alguna, es una de las principales fortalezas de la Revolución Bolivariana: la unión cívico-militar.

Ello, por supuesto, a partir del análisis previo que hemos venido realizando sobre su génesis, lo cual nos sitúa en los últimos meses de 1991, caracterizados por una profusa actividad del MBR-200, bajo el liderazgo del Comandante Hugo Chávez, en materia de captación de oficiales, contacto permanente con organizaciones de la izquierda y, por parte del “ala civil” del Movimiento, la realización de trabajo político-cultural en comunidades, universidades y otras instancias donde hacían vida lideresas y líderes que tenían arraigo popular y no militaban en los partidos políticos tradicionales; así como en la continuidad de las reuniones de debate y planificación estratégica del Proyecto Nacional “Simón Bolívar”, en las que se dieron los toques finales al documento denominado “Gobierno de Salvación Nacional: Líneas Generales para su Construcción”; que puede decirse, era una síntesis del Árbol de las 3 Raíces.

II

En ese momento estábamos ya, como lo expresara el propio Chávez, en un “punto de inflexión histórico”, en el que las condiciones objetivas y subjetivas habían madurado lo suficiente para llevar a cabo la insurrección cívico-militar que permitiría impulsar las grandes transformaciones que requería el país.

En diciembre de 1991, nuestro Comandante Eterno nos decía: “no se puede esperar demasiado; o es ahora o pasarán otros cien años para que se pueda organizar un movimiento parecido y se presenten condiciones similares”.

De ello, debatimos bastante Hugo y yo en Barinas, aprovechando que él pudo estar con la familia para el fin de año. Ambos estuvimos de acuerdo en que el desarrollo de los mismos acontecimientos que tenían lugar entonces, nos permitiría decidir el momento propicio para la acción; y en que, en todo caso, la insurrección no debía tener lugar más allá del primer semestre de 1992.

Así, el 03 de enero de ese año nos despedimos con un gran abrazo, lleno de esperanzas, compromisos y, al mismo tiempo, de grandes incertidumbres. El quedó en avisarme, empleando las claves establecidas, la fecha que se decidiera para actuar; lo cual finalmente no ocurrió, debido a que las circunstancias precipitaron la acción militar de aquel 4 de febrero.

III

El país no podía seguir en tal estado de deterioro moral, económico y social; las cosas tenían que cambiar. En las líneas generales del Proyecto Nacional “Simón Bolívar” habían sido definidos un conjunto de objetivos que estaban relacionados directamente con las consideradas necesidades elementales del ser humano, tanto en lo individual como en lo colectivo; y que trascendían el ámbito material, considerando aspectos de orden espiritual, político y cultural.

En lo social, nuestro proyecto enarboló desde un primer momento la bandera bolivariana de la suprema felicidad, contemplando, entre otros objetivos, lo relativo a la armonización del medio ambiente para la vida y el trabajo, la justa distribución del ingreso, la masificación deportiva, el establecimiento de medios de recreación, y la garantía de la aplicación adecuada y oportuna de la justicia; mientras que como parte de los objetivos culturales se incorporaron aspectos relacionados con el rescate de la identidad nacional, la educación y la instrucción, y la generación de oportunidades para la creatividad y la invención artística y científica.

Asimismo, y como parte de los propósitos políticos definidos por el Movimiento Bolivariano, se resaltan elementos como la defensa de la soberanía e independencia nacional, y los esfuerzos por realizar para que nuestro país desempeñara un rol más activo en el escenario internacional, con énfasis en Nuestra América Latinocaribeña; así como la participación del Pueblo en la toma de decisiones, la ampliación de las libertades políticas y el impulso de una auténtica democracia.

Por otro lado, y para dar inicio a la revolución, una vez triunfara la rebelión cívico-militar, se habían redactado un conjunto de decretos de aplicación inmediata, entre los cuales se contemplaba la designación de un Consejo General Nacional, integrado por civiles y militares, que tendría entre sus funciones poner en marcha un programa de gobierno de emergencia, convocar elecciones para una Asamblea Constituyente, que desde el comienzo fue idea fundamental de nuestro proyecto bolivariano; y echar las bases para un proceso de profunda transformación nacional, tanto en el orden jurídico-político, como en lo económico-social.

Bajo estos preceptos, prácticamente a contracorriente de las tesis neoliberales que imperaban en el mundo, sobre todo por la caída de la Unión Soviética; el MBR-200 decidió, por la coyuntura del momento, desatar la acción insurgente la madrugada del 4 de febrero de 1992.

 

Adán Chávez / Váyanse al Carajo, / Yanquis de Mierda!

Sentir Bolivariano

Adán Chávez Frías

@adancoromoto

 

¡Váyanse al Carajo, Yanquis de Mierda!

I

Hacemos un alto, por ahora, en las reflexiones que hemos venido realizando en artículos anteriores acerca de nuestra primera vida junto al Comandante Chávez, dada la necesidad de referirnos a la nueva arremetida del gobierno supremacista de Donald Trump contra el Pueblo de Venezuela y sus instituciones; una acción que se inscribe en los permanentes esfuerzos que realiza el decadente imperio norteamericano por tratar de dar al traste con el proyecto de amplias transformaciones que las venezolanas y los venezolanos hemos venido desarrollando desde el año 1999, cuando el líder histórico de la Revolución Bolivariana asumió por vez primera la Presidencia de la República.

Frente a esta prolongada y brutal arremetida, antes como ahora, el Gobierno y el Pueblo Bolivariano han mantenido una firme posición de defensa de la soberanía e independencia nacional, el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años, como lo expresara el Comandante Chávez en el Plan de la Patria; una posición que ha sido consecuente, además, cuando la estabilidad de otros países hermanos de Nuestra América Latinocaribeña, ha sido amenazada por quien insiste en vernos como su patio trasero.

II

Recordemos como el líder histórico de la Revolución Bolivariana anunció el 11 de septiembre del año 2008, en un acto de presentación y apoyo a las candidatas y los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) a la Gobernación y Alcaldías del estado Carabobo; que el Gobierno Bolivariano otorgaba un plazo de 72 horas al entonces embajador gringo en Venezuela, Patrick Duddy, para que abandonara nuestro país; ordenando, al mismo tiempo, el regreso inmediato a la Patria del compañero Bernardo Álvarez, quien se desempeñaba como Embajador ante Washington.

El Comandante Chávez adoptaba esta medida en solidaridad con el hermano Pueblo boliviano y el compañero Presidente Evo Morales, cuyo gobierno mantenía una dura disputa diplomática con el de Estados Unidos, por su intromisión en los asuntos internos de ese país, como suele ocurrir, en apoyo a los sectores de derecha arrodillados a los designios imperiales. Tanto La Paz como Washington habían expulsado a sus respectivos representantes diplomáticos.

Así, durante la intervención a la que acabamos de hacer mención, nuestro Comandante Eterno expresó: “Váyanse al carajo yanquis de mierda, que aquí hay un Pueblo digno…aquí estamos los hijos de Bolívar, los hijos de Guaicaipuro, los hijos de Tupac Amarú, y estamos resueltos a ser libres…Si viniera algún país, si viniera alguna agresión contra Venezuela, pues no habrá petróleo para el Pueblo ni para el gobierno de los Estados Unidos, nosotros, yanquis de mierda, sépanlo, estamos resueltos a ser libres, pase lo que pase y cuéstenos lo que nos cueste…”. Sin duda, un mandato del Comandante Chávez que sigue totalmente vigente.

III

Y es que el Comandante Chávez fue un vehemente defensor de la dignidad nacional y latinocaribeña, amenazada permanentemente por el enemigo histórico de nuestros Pueblos; aún en tiempos en los que la humanidad entera libra una batalla sin precedentes en los últimos años, en los que seguimos siendo objeto de la saña yanqui, caracterizada en este momento por la profundización de la guerra económica y las amenazas de invasión militar contra el país, y por la pretensión de aplicarle la “fórmula Noriega” al Presidente Maduro y otros dirigentes de la Revolución Bolivariana.

Ahora bien, es cierto que después del golpe de Estado del año 2002, contra el Gobierno Bolivariano dirigido por el Comandante-Presidente Hugo Chávez, la inmensa mayoría de las venezolanas y los venezolanos -fundamentalmente la clase trabajadora, las campesinas y los campesinos de la Patria-, fortaleció sus convicciones revolucionarias, defendiendo frente a cada arremetida del peligroso vecino del norte, el proyecto de transformaciones profundas propuesto por el líder histórico de la Revolución Bolivariana; hoy bajo la conducción del compañero Presidente Nicolás Maduro.

Por supuesto, ello no significa que se resolvieron los problemas propios de la lucha de clases presentes en la sociedad; y que el camino de allí en adelante haya sido llano y sin tropiezos. Sabemos que no ha sido así, y que nuestro Pueblo, con un alto grado de organización y consciencia, ha venido enfrentando diversos obstáculos, entre los cuales están las situaciones generadas en el país después del resultado de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015.

De allí que, ante un previsible escenario de continuidad de la agresión gringa, y a pesar de lo mucho que hemos avanzado hasta ahora; necesario es seguir fortaleciendo nuestra consciencia del deber social, a objeto de que no tengan cabida alguna las deserciones, las divisiones y los antivalores con los que las fuerzas contrarevolucionarias pretenden debilitar a ese Pueblo organizado y consciente; que seamos capaces de derrotar definitivamente el egoísmo, el individualismo y el reformismo; y de blindarnos frente a la brutal campaña antibolivariana desatada por las grandes corporaciones mediáticas mundiales.

Toca, además, fortalecer el rol del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y del Gran Polo Patriótico; y, de manera particular, de las y los dirigentes de la revolución, en la orientación y la formación debida del heroico y patriota Pueblo venezolano. El papel de la vanguardia revolucionaria, que orienta, dirige y aprende en la práctica conjunta; es clave.

En definitiva, resulta necesario aprovechar la coyuntura que estamos viviendo, ante la feroz arremetida del imperio, para continuar consolidando nuestro movimiento cívico-militar, cada vez más enraizado en el ideario bolivariano y chavista. Es el momento de actualizar permanentemente nuestro plan estratégico para cambiar la sociedad heredada, en lo teórico y en el programa de acción socialista; para que hierva con más fuerza la sangre rebelde en nuestras venas y consciencias. Apliquemos, con todo lo que signifique, las tres “R” al cuadrado que nos legó el Comandante Chávez; en cuya defensa de su legado siempre Venceremos.

 

Chávez y su eterno llamado a la unidad del pueblo ADAN CHÁVEZ

Chávez y su eterno llamado a la unidad del Pueblo

Por Adán Chávez

Una de las líneas temáticas más elaboradas en el discurso de la oposición antidemocrática venezolana, es la recurrente afirmación de que la Revolución Bolivariana y el Comandante Chávez, específicamente, dividieron al país entre “pobres y ricos”, lo fracturaron en dos polos y estimularon el odio entre venezolanas y venezolanos. Es así como, según esta tesis que encontramos casi a diario en los medios de comunicación y redes sociales (instrumentos masivos al servicio de los centros de poder del mundo capitalista), esa fragmentación social, es “la peor herencia del chavismo”.

Es, a todas luces, una de las mentiras más repetidas por los enemigos de la Patria, y que escuchamos o leemos continuamente en términos de una añoranza por “aquellos tiempos en que éramos felices y no había diferencias entre nosotros”, por sólo mencionar una de las tantas formas utilizadas para sus trampas ideológicas. Más allá de ser una simple muestra de la falsa moral de la burguesía, se trata de todo un montaje propagandístico muy bien estudiado, focalizado principalmente hacia la clase trabajadora y sobre todo a las capas medias de la población.

Lo primero que debemos subrayar es que, en el año 1999, cuando el Comandante Chávez inicia el proceso de grandes transformaciones en el marco de la liberación nacional, las desigualdades sociales eran abismales, consecuencia de una distribución arbitraria de la renta petrolera, que enriquecía a unos pocos (la burguesía) e iba empobreciendo al resto de la población. Cuando se inició la Revolución Bolivariana, la pobreza extrema era de 10,8% y la general de 29%. Hoy día, pese a la guerra económica inducida y a todas las dificultades creadas por el imperio norteamericano, la extrema se ubica en 4,3% y la general en 17%. Pero el aparato ideológico del capitalismo se encargó siempre de crear un falso mundo de bienestar, en el que la felicidad está asociada al ascenso de “estatus social”, con una supuesta “igualdad de oportunidades” para quienes sueñan con progresar exitosamente en tal escalamiento, sin importarles a quienes arrollan en el camino.

Al capitalismo no le interesa, por lo tanto, que se indague sobre las causas que originan las brechas sociales, justificándolas con su fraudulento juicio: “es pobre quien así lo decide”, y enarbolando la libre competencia como su mayor contribución al progreso. De forma tal que, bajo esa premisa de “supervivencia del más apto”, ha promovido el individualismo, el egoísmo, el racismo y demás formas de discriminación en las sociedades bajo su dominio.

Fue el líder histórico de la Revolución Bolivariana quien, justamente, puso al descubierto la esencia de aquellas democracias al servicio de las transnacionales. Chávez volteó la tortilla y redistribuyó la renta del petróleo, dando prioridad a los programas sociales, a satisfacer las necesidades de las y los que históricamente fueron invisibilizados, y al mismo tiempo, desenmascaró las causas objetivas de la pobreza, lo cual enfureció a la oligarquía apátrida, que durante largos años de hegemonía las había mantenido camufladas bajo la farsa de un país feliz de telenovelas y concursos de belleza. Y fue entonces esa oligarquía la que pretendió inocular el odio entre venezolanas y venezolanos, más allá de la simple división entre chavistas y opositores, que fue una división lógica en una Nación en la que la inmensa mayoría del Pueblo despertó y asumió un proyecto, el proyecto bolivariano de la independencia y la soberanía, a despecho de quienes asumieron la continuidad de las viejas políticas puntofijistas.

La burguesía estimuló una confrontación de carácter étnico, cultural y social, que llegó a niveles críticos con la imposición de la violencia como vía para liquidar la revolución y sus conquistas. Basta recordar el terror desatado en las guarimbas (verdadero testimonio de odio y fragmentación), financiadas y espoleadas por las y los pseudodirigentes de la oposición, en las que incluso quemaron gente viva por parecer chavista. Entonces, quienes estimulan el odio y la violencia?

Mientras la oligarquía promovía la confrontación, el Comandante Eterno llamó a la unidad de nuestro Pueblo, a la integración de Nuestra América. Y hoy, cuando las clases empresariales, las élites de la Iglesia Católica y las voceras y los voceros opositores incitan a enfrentar todo aquello que se asocie al chavismo, la Revolución Bolivariana ha mantenido su llamado al diálogo, a la solución pacífica de los problemas, a la paz y a la convivencia. Es una verdad inobjetable, que los eruditos al servicio del imperialismo no mencionan ni mencionarán.

No lo harán, porque la verdad no está de su lado. La verdad está de lado del Pueblo, que esperó siglos de sufrimiento para conquistar su soberanía y convertirse en forjador de su destino.

¡Unámonos y seremos invencibles!!